lunes, 18 de mayo de 2020

Bloque IV-Comentario sobre el Impacto e influencia de los mensajes cinematográficos- Ruiz Marquez Gonzalo Osvaldo- Grupo 602


El cine a lo largo de la historia ha sido un medio comunicativo plenamente utilizado con todo tipo de fines publicitarios y propagandísticos; por ejemplo, durante la época de la Segunda Guerra Mundial el cine se convirtió en una cuestión de estado para ambos bandos en combate: mientras Estados Unidos y los aliados creaban películas pro militares, tales como Contra el Sol Naciente (1943), que exaltaban el papel del soldado como héroe libertador (lo que influyo en miles de jóvenes americanos para que fueran a enlistarse con ansias de "defender la patria y la libertad"), en Alemania el cine nazi se regodeaba en mostrar la supuesta superioridad de la raza aria, con filmes como El triunfo de la voluntad (1936), e incluso para este fin se llegaría a la creación del  Ministerio del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda en 1933, encabezado por el infame Joseph Goebbels. En ambos casos no se puede negar el anhelo de estos gobiernos para que los medios influyeran pro activamente  en la mentalidad de la ciudadanía, generando opiniones e ideas a su conveniencia respecto a quienes eran "los buenos y los malos" de la guerra. Un fenómeno parecido ocurre en la actualidad en México, pues, son empresas con intereses privados quienes muchas veces deciden que películas llegaran a las salas de los cines, aunque no sea mediante la pura censura, si por medio del apoyo (o en el caso opuesto, la falta del mismo) a ciertos proyectos cinematográficos, particularmente aquellos que no poseen elementos incómodos o polémicos para el espectador, al que se le vende la visión de una realidad ideal, sin conflictos y con discursos sencillos que termina por instaurarse en la conciencia cultural mexicana y crea una percepción ficticia de lo que es la nación. 
Ahora, para la actualidad la forma más extendida de influencia en el cine es la publicidad; no es raro ver como las marcas patrocinan películas a cambio de que sus productos aparezcan en estas, estos es lo que se conoce como Product Placement. Un ejemplo notorio es como debido a una escena de E.T. (1982) en que el simpático alíen es atraído con chocolates Reese’s Pieces, las ventas de la marca aumentaron en un sesenta y tres por ciento. El cine moderno sabe que somos consumidores y nos trata como tales al intentar constantemente de vendernos productos, enfocando lo emocional en ellos.
Tantos factores han llevado al cine a posicionarse como unos de los medios de comunicación más influyentes del siglo XXI, una puerta que nos lleva hacia nuevas realidades y formas de entender el mundo alrededor nuestro, o que nos encierra en aquellas que otros han confeccionado meticulosamente para nosotros. Nuestra tarea como espectadores, ya sea de películas o de cualquier otro medio de comunicación,  es distinguir críticamente entre estos dos tipos de puertas y reconocer si la manera en que pensamos y actuamos proviene de manera genuina desde nosotros, o si acaso hemos sido influidos (sin saberlo, o incluso contra nuestra voluntad) por aquellos tras la cámara.



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